Llego al aeropuerto muy temprano
en la mañana. Llevo encima 2 equipajes de mano y una maleta rodante. Busco el letrero de Sky Airline pero no
encuentro nada. Insisto y recorro de punta a punta la sección de vuelos internacionales.
Alguien me indica que todavía no se abre el vuelo. Yo no le creo y sigo
buscando insistentemente. Voy preguntando a la gente, a los guardias de
seguridad si alguien conoce esta compañía. Nadie sabe nada. Me impaciento un
poco y reviso mi bording pass. Me detento junto a un grupo de extranjeras que
parecen de un equipo de vóley sueco. Todas son rubias y voluptuosas. Su
presencia apacigua un poco mi desesperación. Reviso mi celular haber si
encuentro algo en que entretenerme, pero en el fondo no dejo de pensar en el check in.
Vuelvo a recorrer la sala
internacional mientras observo el cacharro de Machin en varios letreros
publicitarios. Trato de preguntar a un señor de limpieza si conoce Sky. El
viejo me responde, señalando un counter escondido entre los letreros de LAN.
Intento aproximarme hacia el counter para dejar mis maletas, y una operaria de
Sky me indica que haga mi cola. Volteo y la cola es infame. Tengo ganas de
colarme, pero solo con un breve repaso en la expresión de las caras de los
pasajeros, declino.
Me pongo atrás de una mama
peruana que viaja con su pequeño. La señora mide medio metro, pero lleva más
maletas que Fujimori cuando se fue al Japón. Es como que quisiera llevarse todo
el Perú en todas esas loncheras, carteras, maletines y canastas. La operaría
también esta consternada y le dice que por políticas de la aerolínea, solo es
posible llevar 2 maletines de mano. A ella parece no importarle las políticas
de Sky, y la verdad es que a mí tampoco. Seguimos en la línea hasta que por fin
logro despachar mi maleta más grande. El ejecutivo de Sky, mientras confirma
mis datos, me pide que sea puntual en la puerta de embarque. El embarque será
remoto dice. Coño, un embarque remoto, pienso. Finjo entender y continúo mi
peregrinación por el Jorge Chávez hasta el área de migraciones. Cuando llego a
la ventanilla de control, le pregunto al agente migratorio que cosa es un
embarque remoto. El me responde que eso quiere decir que el embarque se hará en
bus y no a través de una manga convencional. Y me advierte también, que si no chapo
mi bus a la hora indicada, ya no podré abordar el avión. Eso me impacienta.
Ahora solo deseo llegar a la puerta de embarque n°31. Camino siguiendo los
letreros luminosos. No veo ninguna
puerta 31 a la vista. Pareciera que estoy condenado a no subirme a este
avión. Al fin me doy cuenta que hay que
bajar unas escaleras que terminan en una sección inferior del aeropuerto. Me
siento el más económico de todos los pasajeros económicos del mundo y en cierta
forma lo soy. No me queda de otra, y me siento frente a la pantalla de Sky
mientras espero que me llamen para abordar.
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