La triste incógnita de Sechura

En Sechura hay fosfatos. En Tarapacá había salitre. En Sechura en el año 2005 la empresa brasileña Vale do Río Doce ganó la licitación para explotar los fosfatos en Bayoyar. Poco después de 1879 casi toda la explotación del salitre quedó en manos de compañías inglesas como la de Jhon Thomas North. El salitre de Tarapacá y los fosfatos de Bayobar tienen diferente composición química, pero en esencia sirven para lo mismo: fertilizar la tierra. 

No llama la atención que una empresa extranjera, como Miski Mayo (subsidiaria de Vale do Río) invierta en la extracción de miles de toneladas de roca fosfórica. Lo que llama la atención es que este recurso sea vendido a empresas productoras de fertilizantes en Estados Unidos como Mosaic, que recientemente en mayo pasado adquirieron el 40% de las acciones de Miski Mayo. Si el Perú es una potencia agrícola en Sudamérica y en los últimos años ha importado fertilizantes (Urea, DAP, nitrato de amonio) por un valor de hasta 600 millones de dólares. Si los países vecinos (que no tienen roca fosfórica) también importan grandes cantidades de estos compuestos. A alguien se le ha ocurrido ¿Por qué en el Perú no producimos fertilizantes para nuestros agricultores y dejamos de importarlo?. Humberto Campodónico en su brillante artículo en la Repubica “Bayobar en busca del Tiempo Perdido” nos lanza esta interrogante que podría haber sido formulada hasta por un niño de primaria. Miski Mayo tiene un contrato ley, pero seguro el gobierno podría negociar con Mosaic, así como las nuevas empresas que están ampliando la producción en Bayobar (Fosfatos del Pacifico de Hochschild y Focus Ventures, entre otros) un mejor trato para el Perú, y así nos alejamos del modelo de país productor de materias primas y nos acercamos al desarrollo de nuestros pueblos, que como el de Sechura han vivido por muchos años olvidados entre el desierto y el mar.




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